– ¿Cuál es la definición más acertada que hoy podemos dar al concepto autoridad?
En un sentido etimológico -auctoritas- significa sostener para crecer y nunca mejor aplicado que a la tarea que tenemos los padres entre manos. Es siempre un servicio a la libertad, ya que da un rumbo, una orientación.
– ¿Cuáles son los pilares fundamentales de la autoridad en el hogar?
Antes que nada estar atentos, con todas las letras: estar pendientes de las conductas positivas de nuestros hijos, que muchas veces resulta más difícil que descubrir las negativas. Este tipo de ejercicio de autoridad mejora el vínculo con los hijos y desde un vínculo saludable, es más sencillo luego corregir, señalar una conducta equivocada. Otro aspecto importante es estimular conductas de manera realista, sobre todo reforzando cuando se esfuerzan, más allá del resultado. No pretender hijos perfectos.
También tenemos que contar con que los hijos se comportan inadecuadamente en muchas ocasiones y es tarea nuestra adelantarnos a saber qué medidas tomaremos en caso de que reaccionen de manera inadecuada; sin violencia, sin descontrol emocional. Lo que más nos interesa es que comprendan que lo que hizo está mal y si son más grandes, las razones. Pero el descontrol emocional no ayuda a que capten la acción inadecuada, sino que se quedan “prendidos” de lo enojado o nerviosos que estaban los papás.
– ¿Qué errores cometemos los padres en el ejercicio de la autoridad?
Existen varios errores, pero citaré los más frecuentes: luchar por poder, cuando se entra a dar argumentos cuando no corresponden. Por ejemplo sobre qué habrá de comer al almuerzo. Otro error es cuando luego de dar una orden, no verificamos que se cumple y…no pasa nada. Muchas veces por cansancio, los padres hacen como que no advirtieron la desobediencia y continúan con su actividad. Otra conducta muy frecuente es el ruego: implorar para que obedezcan la orden dada, lo que traduce una imagen paterna de fragilidad, induciendo a la desobediencia y la desvalorización.
También es frecuente poner castigos o penitencias excesivas, que luego no se cumplen.
Lo bueno es que la autoridad así como se pierde con este tipo de errores, la podemos recuperar. Cómo? Cuando reconocemos algún error, cuando hacemos alguna actividad exclusiva con cada hijo, dedicándoles tiempo y cariño y sobre todo, cuando somos modelo para ellos.
– ¿Reprender al chico, gritarle o castigarlo privándole de aquello que más le gusta, son verdaderas muestra de autoridad?
Bueno, aquí conviene distinguir. Los gritos son una forma de violencia y no son efectivos: si bien dan “resultado” porque el niño obedece (con tal de no escuchar a su padre o a su madre), como estilo de autoridad no resulta consistente, ya que lo que lo mueve es el miedo, pero no la verdadera comprensión de lo inadecuado de su conducta. Y con respecto a privarlo de algo que le gusta es una de las formas válidas de castigos. Aunque lo más conveniente es que los hijos aprendan de las consecuencias lógicas y naturales de sus actos: le rompí algún juguete a mi hermano, se lo reparo. Siguiendo el mismo ejemplo, quedarse sin postre no guarda relación con la conducta inadecuada, lo cual no ayudará a que el niño asocie con cuál parte de su conducta fue inadecuada.
– ¿Desde qué momento de la vida empezamos a ejercer la autoridad con los hijos?
Desde el principio de la vida ya estamos ejerciendo autoridad. La primera conducta es cuando ponemos y fijamos la rutina del bebé, tanto del sueño como de la alimentación. Hoy en día vemos estas dos conductas del bebé y del niño pequeño, muy alteradas: padres que están poco en casa, que llegan cansados, que quieren estar con ellos cuando llegan tarde o que no los corrigen porque “ es el único ratito que tengo para estar con ellos”… Esto no favorece, ya que la estabilidad que da al niño pequeño tener una rutina clara, no se logra con ningún otro camino. Luego el niño, antes de los 3 años de edad, debería tener interiorizada la abstracción NO. Cognitivamente es un paso muy importante y por eso no es una edad donde las argumentaciones sirvan de mucho. Debe obedecer al no y – a partir de ese momento- debido a la evolución de su pensamiento- puede comenzar a comprender algunas razones de los límites que vamos marcándoles.
– Ese nivel de autoridad que aplicamos con nuestros hijos, viene heredado por el entorno en el cual crecimos los padres o lo aprendemos dentro del proceso de ser padres?
Esto es uno de los caminos más lindos para recorrer junto con la pareja, pero a veces también es uno de los motivos más frecuentes de discusiones y pelea. Cada uno de los miembros de la pareja llega al matrimonio con un modelo distinto de puesta de límites y además, algunas personas frente al modelo recibido tienden a imitarlo y otras a rechazar su propio estilo de crianza. Esta combinación que crea tantas posibilidades, genera conflictos para encontrar un estilo propio. Pero este será uno de los desafíos más importantes, ya que los hijos lo necesitan y se va creando sobre la marcha. Si bien hay criterios educativos que el matrimonio ha discutido antes de llegar a la paternidad, la realidad muchas veces supera todo lo que esa pareja llegó a proyectar. Y también sabemos que la misma medida que funciona para un hijo, no funciona para el resto de los hijos. Es evidente entonces que esto supone un alto grado de adaptabilidad en los padres y este es el desafío: adaptarse supone encontrarse para ponerse de acuerdo y esto no siempre es sencillo. Por eso siempre se aconseja sacar tiempo para la pareja, porque si no, el ritmo con el que avanzan nuestras actividades, trabajo y demás quehaceres, no permite un encuentro real y profundo con el otro.
– ¿Se le puede conceder autoridad a los hermanos mayores? ¿Cuáles serían las implicaciones?
Los hermanos mayores gozan de cierto grado de autoridad por el mero hecho de ser mayores. Los menores lo miran y lo toman como punto de referencia nos guste o no. Pero si vamos a darle ciertas tareas o encargos a los mayores, que siempre sean tareas de hermanos, no de padres: por ejemplo, que ayuden a los más chicos a hacer deberes escolares, funciona ya que es una actividad fraternal. Hablar con un hermano sobre un tema determinado que corresponde claramente a los padres o corregir con medidas a los hermanos, no es tarea propia de la fraternidad. Y no debemos cargarlos con este tipo de responsabilidades, ya que ante todo, son hijos.
– En la adolescencia, ¿se debe ser más estricto o qué actitud se debe asumir?
No se trata de ser más estricto o flexible, sino de adaptarnos a esta nueva etapa, siempre desde el nuevo vínculo que van teniendo con nosotros y que venimos sembrando desde antes. En esta etapa que comienza sin que a veces advirtamos con claridad, los padres debemos lograr que hagan propios los criterios enseñados. Para eso nos ayudará ante distintas situaciones que cuentan en casa- tanto de la vida real como de las redes que se conectan durante el día- preguntarles: tú qué crees? , qué opinas sobre eso?, qué habrías hecho tú?, escuchando genuinamente sus opiniones. A veces manifestaremos nuestra opinión, otras escucharemos. Si en algún momento nos ocurrió algo similar, podemos compartirlo tratando de identificar factores que hicieron que el hecho resultara de una u otra manera.
Una dificultad que sabemos encuentran los adolescentes es que no pueden anticipar las consecuencias de sus hechos, por eso, las medidas disciplinarias deberían ir encaminadas a que él mismo llegue a considerar las posibles consecuencias. El adolescente necesita equivocarse y los padres deberán dejar que se equivoque en aquellas conductas que no implican consecuencias graves para él ni para otro. En otras conductas, no podremos darles licencias, ya que sería demasiado tarde.
Las reglas en esta etapa en el hogar, siguen existiendo, pero deberán tener mucho sentido y los hijos exigirán razones y buenas.
– ¿En qué consiste educar en la templanza y la fortaleza?
Bueno este es todo un tema, ya que las virtudes son fundamentales para alcanzar la madurez humana y en esta línea siguen investigando los autores de la psicología positiva. Veré si puedo resumir las ideas que implican el desarrollo de estas virtudes a través de lo que Bill Gates dijo en una conferencia que duró tan sólo cinco minutos: explicó que los hijos deberían escuchar estos mensajes: 1) La vida no es fácil, acostúmbrate a ello. 2) El mundo no está preocupado por tu autoestima. 3) Si crees que tu profesor es duro, espera a tener un jefe y 4) La escuela pudo haber eliminado la distinción entre excelentes, buenos y regulares, pero la vida no es así…
Este sentido de realidad que transmite en la conferencia y que los padres debemos transmitir a nuestros hijos, implica fortaleza y templanza. Si queremos hijos que vayan tras sus metas y no sólo las sueñen, ayudémosle desarrollando se voluntad. Algunos tips para lograrlo: no darle todo lo que pidan, que se esfuercen por lograr las actividades extras, que aprendan a ahorrar. Por último no quitarles del camino las dificultades que van encontrando, que se esfuercen por superarlas y que sostengan las actividades que comienzan hasta el final.
Pero me gustaría subrayar que en la actualidad la lucha y el esfuerzo están considerados como algo negativo. Cuando hablo de la necesidad de inculcar en los hijos la importancia del esfuerzo, me refiero a esa lucha y esfuerzo que son imprescindibles para crecer, para madurar, para apropiarse de la existencia personal y dirigirla con libertad, sin sucumbir acríticamente a cualquier influencia externa.
Entrevista realizada por el diario El País, Colombia.